sábado, 28 de junio de 2014

Caja de conchitas del mar

Bueno hoy os traigo otra de mis pasiones: las cajas.

Me encantan. Desde las más antiguas de madera o latón, hasta las de las galletas y las de  los joyeros.

Desde muy pequeña me chiflaban. Yo creo que sería de los niños que les regalan un muñero super famoso y se entretienen jugando con el lazo del regalo, pues yo igual pero con la caja ¡Ya ves! a cada uno nos da por una tontería… pero yo creo que cogí la mayoría.

Me llamaba la atención coleccionar cosas, desde monedas, cromos, pins  o sellos, que es lo más clásico, hasta chapas, postales, etiquetas de los vinos de mi padre, ¡de todo!

Pero lo de las cajas se ve que llamaba la atención porque de repente un año, cuando llegó mi cumpleaños, la gente empezó a regalarme cajitas y claro, cuando empecé a guardarlas me di cuenta   por qué llamaba la atención, pues en todos los escondrijos de mi cuarto tenía alguna de ésas que vienen con algunos estuches de colonia, o las de las galletas, una de madera que me regaló mi abuela, los joyeros de las abuelas... en fin: mil y una. Y aunque traté de meter una dentro de otra se fue haciendo difícil, y me di cuenta que tal vez los escondites empezaban a ser demasiado evidentes al ver que mi madre me dijo un día: “¿Qué, otra cajita? Al final te vas a tener que salir tu del cuarto para que quepan más”.

El caso, es que la cosa va a peor, ya no sólo me llaman la atención en las tiendas, los bazares o los mercadillos. No, he evolucionado hasta el nivel de crearlas por mí misma a mi gusto, decorándolas o arreglándolas según esté inspirada ese día.

Bien, pues hoy os voy a enseñar la primera con que empecé: (una simple aficionada)

 

¿Os recuerda a algo? ¡Sí! Todas esas cajitas de recuerdo que hay en las tiendas playeras de las costas españolas.

Bien pues como otra de mis aficiones desde bien, bien pequeña,  era coleccionar conchas que recogía en la playa (bueno las recogíamos mi padre y yo), la verdad es que no sé si será cosa de la memoria pero las recogía con una ilusión terrible y todas, repito TODAS, eran súper especiales, unas por color, otras por textura, otras por tamaño, ¡las quería todas! Así que mi padre abría la bolsa y para dentro todas las que pudiera recoger.  Incluso intentamos enganchar a mi hermano pero con él sólo funcionó un par de años, el resto del tiempo ya pasaba bastante del tema.

Claro que pensando, pensando, ¿qué hacían mi madre o mi tía mientras? ¡Ajá! ¡Embutirme el bocadillo de la playa! ¡Ése que comes casi tanta arena como salchichón! Si es que ya lo sabía yo: era una maniobra de distracción.

El caso es que en una de esas múltiples habilidades que tienen las madres, la bolsa desaparecía. Al principio decía: “¡Vaya, se quedó en la playa!”, la siguiente vez, ya me ocupaba yo de cogerla para que no se nos olvidara en el viaje de vuelta a casa (sí, esos viajes de :”¿Queda mucho?¿Y ahora? ¿Hemos llegado ya? ¿Y ahora?”). Pues cuando llegábamos y por una de aquellas me acordaba de mis conchas “¡uy! Pues si las metimos en la maleta y ya no están ¡se habrán perdido!” El caso es que siempre hacía magia con eso. Bien pues un año mi padre y yo decidimos hacer algo con las conchas para que así no desaparecieran puesto que las necesitábamos para hacer el adorno ese que cuelga en algunas puertas y que se mueve haciendo ruiditos, ”un avisador”. Pues ése año fue el primero que llegaron las conchas a casa después del verano pero tras unos meses cambiándolas de sitio porque no encontrábamos tiempo para hacerlo, desaparecieron de nuevo: Estoy casi segura que fue la magia de mi madre.

El caso es que somos animales de costumbres, al menos yo. Y ahora que ya he crecido un poco pues me gusta ir a la playa con mi bocadillo y comérmelo después del bañito, recogiendo conchas del mar, con tanto entusiasmo como cuando era pequeña.

Pero claro, de pequeña tenía la magia de mi madre desapareciendo las conchas y ahora no: total que de pequeña tenía el problema de que nunca llegaba ninguna y ahora el de que ya he acumulado demasiadas y ¡no puedo tirar ninguna! Porque todas son ¡especiales!


Pues como veis junté las dos aficiones he hice la caja las pegué con una masilla que hice a base de miga de pan o pasta de papel con cola, que me enseñaron en el colegio cuando hacíamos los regalos del día de la madre o del padre.  De esta manera se pegan y no están huecas de forma que es más difícil que se rompan. Y los caracoles pues o cola o pegamento de contacto.


Y después barnizarla, en un lugar bien ventilado y con barniz de spray.


Y bueno pues el uso ya el que queráis darle, un joyero suele ser lo más habitual, pero hay gente que guarda las llaves, o las pastillas si toma alguna medicación, monedas…


¿Y yo? Pues yo ya le tengo uso, ¡todas las conchas que no usé para decorarla van dentro!

  

Espero que os haya gustado y ¡hasta la semana que viene!

sábado, 21 de junio de 2014

Pulsera de bolillos

Hoy estrenamos una nueva sección la de las pulseras, que ya le tenía yo ganas. Para empezar con ella, os traigo una  pulsera muy especial hecha de encaje de bolillos, a la medida y del color favorito de la que es su dueña ahora, mi queridísima Dawn.

Creo que estas cosas, no sólo por su exquisito acabado y su belleza singular, sino también por su ponibilidad y adaptabilidad a numerosos eventos de la vida cotidiana estarán siempre de moda, la dificultad será encontrar alguien que sepa hacerlo (porque eso sí que va por modas).

Como sabréis los que me vais siguiendo, una de mis últimas aficiones desde el año pasado, es el encaje de bolillos. Gracias a mi profesora y compañeras de “La Asociación de bolilleras de Elche y comarca”, guardo un grato recuerdo de todas ellas, alguna que otra amiga, mil y un consejos y ¿cómo no? Algunos patrones para seguir haciendo aunque sea en la lejanía, encaje de bolillos…


   

Esta vez, para agradecer toda la amabilidad y el buen recibimiento que nos dió Dawn en el Reino Unido quería hacerle algo que fuera “nuestro”, algo típico en muchos pueblos de España que muchas antepasadas nuestras hacían apoyadas con su bolillero en las rejas de sus ventanas. Algo que llevase tiempo, dedicación, personalizado y ¡por supuesto, con infinidad de cariño!

  

Usé un color verde botella o verde oscuro, según la persona y los ojos que lo miren, elegí ése porque era su favorito. Y le engarcé unas piedras, al tiempo que hacía el encaje de bolillos, (es decir, que no van cosidas).
Para terminar, elegí el broche de la pulsera. Y éste fue el resultado:

 

 

Ésta pulsera en concreto, lleva los puntos que nosotras comúnmente los llamamos:  torchón y arañas,( con la dificultad añadida de ir engarzando las piedras en el centro de las arañas, una sí y otra no).

 

Aquí os muestro otra pulsera que hice antes. 

 

 

Que tiene un valor sentimental para mi muy grande, no sólo porque fue la primera que hice y porque lleva un punto con una especial complicación (como lo son “las hojas de guipur” ) si no porque me lo hice especialmente pensando en una ocasión la boda de mi hermano, donde la estrené a juego con el vestido, por supuesto.
 

 

Bueno, como siempre un placer escribiros, espero que os haya gustado y ¡hasta la semana que viene!

sábado, 14 de junio de 2014

Bomboneras y adornos reciclando botellitas de plástico

Siguiendo en mi línea de reciclar casi, casi todo me empecé a preguntar ¿cómo o qué hacer con las botellas de plástico?

En esta vida de prisas parece que siempre llevamos botellitas de esas pequeñas de plástico a todos lados… con eso de que hay que beber tanta agua y a casi todas horas del día…

Bien pues se me han ocurrido varias cosas, una la típica y más fácil un vaso para los lápices, se pueden decorar de varias maneras, entre ellas forrándolos, pintándolos o barnizándolos pero en mi caso hice esto:

  
  ¿Y con los tapones qué hago? Pues, por ahora los guardo, si tenéis alguna causa benéfica, no dudéis en hacerlo, hay muchas personas recogiéndolos, pues con ellos, pueden tratar su enfermedad, mejorar sus condiciones de vida e incluso salvarla. En España se recogen los tapones y yo los guardaba siempre pero aquí, no conozco a nadie que los recoge…y viajar con ellos… es mucha tela ya… aunque todo se andará…

Bueno pero volvamos con las botellas, que claro..., puedes hacer un montón de vasos para lápices ¡hasta que te hartas! y luego qué…bueno pues una cosa sorprendentemente bonita:


Siguiendo los pasos que veis en las fotos una bombonera, o un recipiente para poner caramelos a los visitantes, o incluso un porta-velas, queda precioso (desde luego las fotos no hacen justicia a la realidad).

1. Necesitamos tres botellitas, más adelante os explicaré por qué.
Primero, quitamos la parte de arriba, la de la boquilla y ya tenemos el vaso que usaba de porta-lápices.
Bien pues ése vaso de plástico lo voy a ir recortando en tiras verticales de un grosor ente 0.5 o 1 cm, al gusto de cada uno y dependiendo de tu botella.

 
 

Quedan de esta forma:

 

2. Una vez recortadas las tres, hay que  presionar las tiras hacia abajo para darles la forma deseada y  encajarlas unas con otras. Quedando de esta forma:


Vale, ahora y ¿por qué tres y no otro número? Observar las fotos siguientes:

 




Las dos primeras, son dos botellas encajadas solamente, sin embargo en las dos últimas hay tres. La diferencia fundamental es que al presionar las tiras hacia abajo, se abren en forma de abanico y cuántas menos haya más abiertas se quedan las tiras y queda más pobre de forma. 

y ¿Por qué no pongo más de tres? No pongo más porque la base de las botellas es consistente de por sí, entonces cuando vas encajando las otras se van presionando bien y encajan perfectamente pero hasta un límite. Pues si añades demás, puede que tengas que pegarlas para que no se suelten e incluso quedaría demasiado sobrecargado.

3. Una vez encajadas empiezo a pegar las puntas o extremos de las tiras con la base. Poco a poco y con paciencia. Podéis pegarlas con pegamento de contacto, con silicona... con lo que mejor se os apañe (no con grapas, ¡por favor!)

  
 

4. Y cuando están todas pegadas, se podría decir que habéis terminado. Aunque aún podríais disimular las uniones con una cinta de raso o de papel a vuestro gusto.
Añadís los caramelos, los bombones o lo que queráis poner y ¡ya está!

  

Aquí os dejo una foto resumen de todo el proceso:


Espero que os haya gustado y ¡hasta la semana que viene!

sábado, 7 de junio de 2014

Diademas


Bueno, la semana pasada fue de broches…y ya llevamos unos cuántos modelos usando diferentes materiales ¿verdad?

Los de cremallera, los de fieltro y los de raso.

Bien pues esta semana, vamos a usar todos esos broches como complemento para las diademas, eso que parece que va a pasar de moda...y cuando estás a punto de tirar u olvidar en un cajón, vuelven con más fuerza que nunca.

Parece mentira, ¡pero quedan realmente bien!

Me dió la idea Vero, que por aquellos tiempos estába viendo capítulos de “Gossip girl”, en la que una de sus protagonistas (Blair Waldorf) llevaba unas diademas con lazos gigantes, pero que no sólo le quedaban bien, si no que resultaban ser una seña de identidad de ella y todas la que le seguían. Una moda que no resultó desapercibida en la trama de la serie, pero tampoco entre los seguidores.
Jennifer Behr, la diseñadora de muchas de estas diademas, utilizó para crear sus complementos:  la seda, la red, la gasa, el plástico, el satén, algodón, cuerda, cristales Swarovski, perlas, cristales, tachas y hasta el cuero.
Tengo entendido, que al finalizar la serie la diseñadora creo un set con las 8 mejores diademas que el personaje llevó en la serie y lo puso de venta al público, ante el éxito que habían tenido durante todo el proceso de la serie. Pero aunque son muy bonitas y están muy de moda, lo que no es accesible es su precio: 4000 dólares. 

Las mías son diseño propios por supuesto, pero infinitamente más baratas. Con algunos consejos de Vero,(esta chica, es organizadora de eventos, asesora de imagen personal, maquilladora y peluquera, ¡gracias Vero! ), conseguimos una gran variedad de diseños. 

Y como ya tenía un muestrario de broches preparado para ser usado como complemento de otras cosas, pues me puse manos a la obra.

Y a partir de ahí, se me ocurrieron hacer mil tipos distintos:
 

 

 



  

 



Incluso los clásicos de niña buena para las comuniones con la diadema de blanco roto y la flor de rosa palo en raso.

  

O cambiándo los colores:
 

  

 O quizás con otro material:


Bueno, muchísimas gracias y ¡hasta la semana que viene!
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