sábado, 30 de agosto de 2014

Camiseta-bolsa: Una bolsa de tela, reciclada.

Hola, una semana más, lo que os traigo hoy es sencillísimo y muy útil.

Es una bolsa de tela hecha con una de esas camisetas de tirantes que se nos quedan pequeñas, o que simplemente se encogen con los lavados (o eso dicen algunos).


¿Cómo surgió esta idea? Bien pues como millones de veces estaba en el pueblo con la abuela, y el caso es que estábamos haciendo limpieza de armarios y de ropa vieja. Esto en el pueblo significa que sólo puedes desechar aquello que no te puedas poner físicamente, es decir, lo que por talla te sea pequeño.  

Porque en el pueblo sólo llega la moda en verano, en las fiestas del pueblo y cuando todos los hijos y nietos de los autóctonos vuelven. Durante el resto del año todo vale: puedes llevar un sombrero de paja, una gorra, visera o incluso el pañuelo anudado en sus esquinas, que lo importante es ir vestido con algo práctico, que te tape, sea útil y cómodo. Lo demás es totalmente secundario, da igual que los pantalones sean campana, de pitillo, piratas, ciclistas, de chándal, vaqueros o de lino. ¿Te los puedes poner? ¿Vas a gusto? ¿Si se manchan pasa algo? Pues ya está todo dicho. Cuando eres pequeño mola mucho porque es como estar de carnaval y encima te puedes manchar que no pasa nada… eso sólo pasa en las fiestas, que te visten de punta en blanco con los zapatitos más incómodos del mundo y que si te cae una mancha aunque sea milimétrica, tu madre la ve y te cae el puro del siglo.

Pero fíjate, con los años me he dado cuenta que a pesar del carnaval que hay en el armario del pueblo y de ponerme cualquier cosa durante el año y arreglarme sólo en fiestas, realmente el carnaval es en verano cuando todos “los forasteros”(como dicen “los viejos”)  aparecen en el pueblo. Ahí es cuando se ven las tendencias de “la capi”, las transparencias, las camisetas fosforitas (que parecen un post-it), los cuellos imposibles, los escotes en la espalda, los pantalones “cagaos”, los vaqueros rotos (mucho más que los de mi armario que tienen mil años), los taconazos y plataformas….en las plazas adoquinadas y las calles con baches…en fin un espectáculo en el que participamos todos y muy orgullosos de lo que llevamos ¡por supuesto!

Y otra cosa, ¿por qué no tirar la ropa que te es grande también? Pues es una respuesta tan obvia la que me daba mi abuela (y mi madre cuando estaba con nosotras) que ¡aún me sorprende que hiciese la pregunta! Ellas siempre decían: “¿Y si al año que viene te sirve?  ¡Guárdalo, que para hacerlo trapos siempre hay tiempo!”

Pero eso tenía sentido cuando tenía siete años; cuando llegué a los 18 ya me resultaba complicado que unos pantalones de 4 tallas más, al año siguiente me sirvieran o incluso que fuesen de hombre y no de mujer,  pero lo que más improbable me parecía eran las chaquetas y sudaderas de 4 tallas más, de todos los estilos, con espalda ancha o estrecha e incluso con hombreras, de multitud de colores…

Total que a eso de los 20, ya les dije: "no os dais cuenta de que esto siempre está aquí y nunca lo usamos'" Y cuando ya las tenía casi convencidas, tuve  tan mala pata que apareció mi primo que es un 4 x 4 y necesitaba una chaqueta. Por supuesto en mi armario encontró varias y se fue tan contento.
Así que mi madre y mi abuela se quedaron cargadas de razón y satisfacción de no haberme escuchado. 

Y tras el paso de los años veo que mucha de esa ropa sigue sin usarse, porque además tiene unos colores estridentes, o unos estampados rarísimos, pero ahora me auto-convenzo diciendo “Esto sirve de disfraz.  Si un día nos vestimos nos hará falta”.

Bueno, vamos a lo de hoy que me distraigo. El caso es que un día una camiseta de tirantes que se encogió con los lavados o que yo crecí, ya no me servía, de hecho me asfixiaba. Se la dí a mi abuela para trapos, pero estaba lo suficientemente bien como para que le diese pena romperla. Por aquel entonces no existían los contenedores de ropa usada, así que lo que se hacía era repasar entre todos los miembros de la familia, amigos y conocidos y ver si a alguien le podría servir. Pues nada, tampoco, porque no había niños pequeños, así que decidimos guardarla un poco más a ver si mientras se nos ocurría algo.

Y tras llevarla de aquí para allá unos meses cogiéndola de los tirantes nos dimos cuenta que si le cosíamos la parte de abajo se nos quedaba una bolsa perfecta.



Total que así lo hicimos y ahora es la bolsa de las pinzas de tender del pueblo. 


Espero que os haya gustado y ¡hasta la semana que viene!

1 comentario:

  1. Con que disfraces pues tienes pa rato.
    Llevas razon que en el pueblo todo sirve. Te voy a dar una idea con un calcetin sirve para hacer de tapon de la poza para regar.
    Fijate un simple calcetin
    Sigue asi. Besssss

    ResponderEliminar

Free Cow Boy MySpace Cursors at www.totallyfreecursors.com